Nuestra oración vuela segura
CUARESMA
El ayuno [...] es el signo externo de una realidad interior, de nuestro compromiso [...] de abstenernos del mal y de vivir el Evangelio. No ayuna de verdad quien no sabe nutrirse de la Palabra de Dios.
El ayuno, en la tradición cristiana, está ligado estrechamente a la limosna. San León Magno enseñaba [...]: “[...] la norma apostólica del ayuno cuaresmal consistente en la abstinencia no sólo de la comida, sino sobre todo abstinencia de los pecados [...]. No se le puede añadir obra más útil que la limosna, la que bajo el nombre único de misericordia comprende muchas obras buenas. Inmenso es el campo de las obras de misericordia. No sólo los ricos y pudientes pueden beneficiar a otros con la limosna, también los de modesta o pobre condición. [...] Aunque desiguales en los bienes, todos pueden ser iguales en los sentimientos de piedad del alma” (Discurso 6 sobre la Cuaresma, 2: PL 54, 286). San Gregorio Magno recordaba en su Regla Pastoral que el ayuno es santo [...] sobre todo por la caridad, por cada gesto de generosidad que da a los pobres y necesitados el fruto de nuestra privación (cfr 19,10-11).
La Cuaresma, además, es un tiempo privilegiado para la oración. San Agustín dice que el ayuno y la limosna son “las dos alas de la oración”, que le permiten alcanzar mayor impulso y llegar a Dios. Éste afirma: “De tal modo nuestra oración [...], en el ayuno y la limosna [...], dando cosas buenas y no devolviendo las malas, alejándose del mal y haciendo el bien, busca la paz y la consigue. Con las alas de estas virtudes, nuestra oración vuela segura y es llevada con más seguridad hacia el cielo, donde Cristo, nuestra paz, nos ha precedido” (Sermón 206, Sobre la Cuaresma: PL 38,1042). La Iglesia sabe que, por nuestra debilidad, es muy fatigoso hacer silencio para ponerse delante de Dios, y tomar conciencia de nuestra condición de criaturas que dependen de Él y de pecadores necesitados de su amor; por esto, en Cuaresma, nos invita a una oración más fiel e intensa y a una meditación prolongada sobre la Palabra de Dios.
Benedicto XVI, catequesis en audiencia general el Miércoles de Ceniza, 9 de marzo de 2011