María, La Inmaculada
Alguno puede pensar que la Inmaculada nos queda muy lejos. ¡Eso de no pecar ni una vez no es humano! Pero, si nos paramos a pensar, lo que no es humano es pecar, y los raros somos nosotros, y los únicos normales, Jesús y ella: los dos inmaculados. Nuestros pecados, empezando por el más pequeño -"¡pero si es lo normal!", dicen tantos-, son tan graves que el Hijo de Dios encontró motivo para dejarse torturar por ellos. ¿Lejos la Inmaculada? Él y ella, los más cercanos; los más humanos.
Otros pueden pensar que así cualquiera; que a María, la santidad se la dieron hecha. Pero podemos pensar, con toda naturalidad, que a ella Dios le pidió más, como pide más un profesor a un alumno inteligente que a otro de menor capacidad. Podemos pensarlo y podemos leerlo, porque ¿os parece poco el pedirle que acepte y se una y ofrezca el sacrificio de su Hijo? Y hay mucho más, en el alma de María, que sólo veremos en el cielo, con una estupefacción que no conocerá ni medida ni final.
Allí donde os conocerá a todos vuestro buen amigo
-Sacerdote Miguel Ruiz Tintoré. Diócesis de Burgos, España.