Manos Vacías

19.07.2013 16:04

Una joven moribunda que había gastado los años de su vida corriendo tras los placeres (…), ya en el lecho del dolor, se miraba la manos diciendo: “¡Tengo las manos vacías!” El sacerdote que la asistía tomó un crucifijo y, poniéndoselo en las manos, le dijo: “Esas manos ya están llenas”.

 

Mauricio Rufino, Vademécum de ejemplos predicables,

 Barcelona: Herder, 1962, n.º 1744

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