¿Ser virgen de nuevo? ¿Eso es imposible no? ¡Pues no lo es! Una vez un hombre le hizo una pregunta similar a Jesús: “¿Cómo puede un hombre viejo volver al vientre de su madre y nacer de nuevo?” (Juan 3, 4) Jesús le respondió hablando de un segundo nacimiento espiritual. Los seres humanos sólo pueden procrear vida humana, pero el Espíritu Santo crea nueva vida espiritual (Juan 3, 6). En un sentido físico, si tú has tenido relaciones sexuales, no eres virgen. Al igual que el hombre viejo no puede nacer del vientre de su madre, pues eso sólo puede pasar una vez. Con una vez que cometas el acto sexual ya no se puede volver atrás. Sin embargo, en el sentido espiritual, hay una promesa de empezar todo de nuevo.
El Señor dice: “yo hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21, 5). ¡Dios es un experto en dar segundas oportunidades! Si tú perdiste tu virginidad, hoy Dios quiere darte una segunda oportunidad y transformarte en una persona nueva. Él quiere darte la gracia de “ser un hombre nuevo, creado según Dios en la santidad” (Efesios 4, 24)
Bueno, pues… ya sucedió. ¿Que puedo hacer de ahora en adelante?
Esa es la certeza del apóstol San Juan “si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1, 9). Esta es la hermosa realidad (Jeremías 31, 34) de que Dios promete olvidar tus pecados para siempre.
El Señor te llama a ser una criatura nueva, a través del arrepentimiento en el sacramento de la Confesión. Al convertirte en una nueva criatura ¡¡puedes recuperar algo que has perdido!! Y recuerda pedirle al Señor que te conceda la gracia de perdonarte a ti mismo(a) de una vez por todas. Tu cambio espiritual no destruye el pasado, los recuerdos permanecen y las personas de tu pasado siempre te recordarán quien “eras.” Sólo ten en cuenta a la nueva persona en la que te has convertido en Cristo y no dejes que el diablo te acuse de pecados ya perdonados. Recuerda, ¡el diablo no tiene poder sobre ti! Verás que, a través de tu testimonio, mucha gente de tu pasado recibirá la luz de Cristo y verán cómo verdaderamente Dios perdona y renueva.
Una segunda oportunidad significa que no hay limitaciones a lo que puedas llegar a ser, gracias a que ya no estas en pecado. El Dios que creó al mundo de la nada te hará una nueva criatura, te sacara del polvo y tu verdadera belleza brillará. No me mal interpretes, ¡no va a ser fácil! En mi propio testimonio y en mi caminar he pasado por muchas pruebas, pero cuando miro al pasado y recuerdo a los hombres con quienes estuve íntimamente, me doy cuenta de que en realidad estaba en una prisión, por mis visitas al ginecólogo, mi gran miedo a quedar embarazada, los efectos secundarios de los anticonceptivos, sin mencionar las tantas heridas emocionales. Yo sabía que estaba traicionando a mi Señor, hasta que un día me dije “¡ya basta!”. Yo quería la verdad y me puse a buscarla hasta que la encontré (Lucas 15, 24).
Tú conoces tu vida personal mejor que cualquier otra persona; si estás buscando una segunda oportunidad a la virginidad no dejes que el miedo, la culpa y la vergüenza pesen más que tu deseo de alcanzar la libertad en la castidad. Pídele al Señor la gracia de comenzar de nuevo y Él te restaurara con su aliento de vida.
“Mira que yo hago nuevas todas las cosas”. Apocalipsis 21, 5
Amado Jesús, gracias por hacerme una criatura nueva y por darme una segunda oportunidad para vivir mi virginidad. Te entrego mi pasado, mi memoria y mi sexualidad: purifícame, restáurame y séllame con Tu Preciosa Sangre. Sé mi fortaleza en la debilidad, defiéndeme en la batalla espiritual y guía mi caminar hacia Ti. Concédeme, Señor, que guarde mi cuerpo como un obsequio de amor para mi futura(o) esposa(o) si me llamas al Matrimonio. Jesús, ¡en Ti confío!
Santa María Magdalena, ¡ruega por nosotros!