El otro día, una pareja de lesbianas vinieron a hablar conmigo. Ellas no habían ido a la Iglesia en 10 años y me hicieron esta pregunta: “¿Que quiere Dios que hagamos?” Yo estaba asombrado al ver su valentía. Eran dos mujeres jóvenes que tenían una buena relación, pero ambas reconocían la inmensa necesidad de Dios en sus vidas. Según su historia, me di cuenta de que las dos habían sido gravemente heridas: una fue violada por un primo cuando era joven, y la otra había sido usada y abusada sexualmente por todos los novios que había tenido. El amor que nunca encontraron, ni siquiera en su familia, lo encontraron en su relación. Mi corazón se compadeció.
Esto fue lo que les dije:
- Admiro su valentía al hacer estas preguntas.
- Les di las gracias por ser honestas y compartir conmigo lo que sentían en su corazón; una sed profunda del amor de Dios como todos nosotros.
- Las mire a los ojos y les dije que la Iglesia reconoce el dolor que han vivido (se pusieron a llorar) y les dije que tenía la esperanza de que ellas se pudieran sentir bienvenidas y amadas en la Iglesia.
Entonces, les dije que hay una diferencia entre tendencias homosexuales, actos homosexuales y ser homosexual.
- Una tendencia o tentación homosexual es cuando una persona tiene pensamientos, sueños o atracciones hacia una persona del mismo sexo.
- El acto homosexual es entrar en una relación sexual con una persona del mismo sexo.
- El ser homosexual es actuar sobre las tendencias homosexuales y vivirlas abiertamente en la sociedad.
Una tendencia física o emocional es algo que nos pasa a todos y a solas, no son pecados. Las personas sienten deseos o atracciones de toda clase; algunos son buenos y otros son malos. El problema de hoy en día es que mucha gente junta el amor con el sexo. El Evangelio de San Marcos dice “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es este: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que estos” (Marcos 12, 30-31). La atracción, la emoción, o el “amor ciego”, no son excusas para nosotros actuar fuera de lugar, sin saber qué es lo correcto y que es lo incorrecto. Las preguntas que nos debemos hacer son: “¿Mis acciones respetan mi dignidad? ¿Que diría Dios si me estuviese viendo?” (vean Gen 19, 1-29; 12, 4-27; 1 Cor 6, 10; 1 Tim 1, 10)
Durante la adolescencia, muchos jóvenes empiezan a sentir deseos y pensamientos “raros” o a veces, tienen sueños “fuera de lo normal” y no saben cómo interpretarlos. Algunos adolescentes piensan que son “gays” porque tuvieron un solo sueño homosexual. Lo que todos debemos que tener en cuenta es la cantidad de cambios a los que se somete el cuerpo humano durante la juventud. Nuestro organismo esta cambiando a un nivel biológico, psicológico y hasta físico. La cantidad de hormonas que surgen a través del cerebro de un joven son suficientes para poner imágenes en la mente, si saben lo que quiero decir. Un acto homosexual es ACTUAR o HACER algo basado en estas tentaciones. Esto no está correcto porque todos somos llamados a vivir una vida casta, lo cual se cumple siendo puros de acuerdo a nuestra vocación o estado de vida. Por lo tanto, los deseos y las tendencias homosexuales no son pecaminosos, pero sí son desordenados, y los actos homosexuales si son pecaminosos. Ser “gay” es diferente porque es un estilo de vida. Si alguien dice que es “gay” es porque ellos han adoptado estas tendencias y actos como una forma de vivir y muchos sienten que la sociedad debe aceptarlo.
Muchos casos, especialmente si la práctica de actos homosexuales no se ha enraizado, pueden ser resueltos positivamente con una terapia apropiada. En cualquier caso, las personas en estas condiciones deben ser acogidas con respeto, dignidad y delicadeza, evitando discriminarlas injustamente. Los padres, por su parte, cuando advierten en sus hijos, en edad infantil o en la adolescencia, alguna manifestación de dicha tendencia o de tales comportamientos, deben buscar la ayuda de personas expertas y calificadas para proporcionarles todo el apoyo posible.
Para la mayoría de las personas con tendencias homosexuales, tal condición constituye una prueba. “Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.” (CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA 2357) Las personas homosexuales están llamadas a la castidad.
SEXUALIDAD HUMANA: VERDAD Y SIGNIFICADO ; Orientaciones educativas en familia
https://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/family/documents/rc_pc_family_doc_08121995_human-sexuality_en.html.
Vía: Corazón Puro