Hablemos de María
Ella [María] es Su obra perfecta [de Jesús]. Ella es la única persona humana que ha estado entera y ardientemente sometida a la voluntad de Dios. Ella es la única persona humana cuya humildad nunca dejó ni un instante de ser perfecta […]. Ella es la única persona humana que cumplió completamente el plan de Dios sobre la tierra, y cuyo ser y vida correspondieron perfectamente a la idea que Dios deseó realizar en Ella […]. Los mismos ángeles no pueden cantar debidamente sus alabanzas. Nosotros no podemos decir más que en María dios Padre encontró una Hija digna de Él, Dios Hijo una Madre digna de Él, y Dios Espíritu Santo una Esposa digna de Él. Si hay algún ser humano que verdaderamente pueda ser llamado “otro Cristo”, éste es María, la Madre de Cristo […]. Desde el primer momento de su concepción, Ella fue “llena de gracia”. De tal manera que muchos teólogos creen que incluso entonces su gracia inicial fue mayor que la gracia final de los ángeles y santos juntos [cfr. también Pío XII, enc. Ad caeli Reginam, n.º 16]. Es cierto que su vida sobre la tierra dio a Dios más gloria que el resto de toda la creación, exceptuando solamente la naturaleza humana de su Hijo. De modo que si todo lo demás estuviera perdido, no sería más que una gota de agua junto al océano de gracia y gloria que María representa […]. Ella sola significaría el éxito de la creación de Dios. Pero si nosotros comenzamos a cantar las glorias de María, nunca terminaremos, a no ser a causa de la desesperación que produce la incapacidad.
-Eugene Boylan, El Amor supremo-II, Madrid: Rialp, 2 1957, pp. 208-210
21 (8-XII-2012)