Con María, me atrevo!
María dice “sí” a esta voluntad divina; entra dentro de esta voluntad; con un gran “sí”, inserta toda su existencia en la voluntad de Dios, y así abre la puerta del mundo a Dios. Adán y Eva, con su “no” a la voluntad de Dios, habían cerrado esa puerta. “Hágase la voluntad de Dios”: María nos invita a decir también nosotros este “sí”, que a veces resulta tan difícil. Sentimos la tentación de preferir nuestra voluntad, pero ella nos dice: “¡Sé valiente!, di también tú: “Hágase tu voluntad”, porque esta voluntad es buena. Al principio puede parecer un peso casi insoportable, un yugo que no se puede llevar; pero, en realidad, la voluntad de Dios no es un peso. La voluntad de Dios nos da alas para volar muy alto, y así con María también nosotros nos atrevemos a abrir a Dios la puerta de nuestra vida, las puertas de este mundo diciendo “sí” a su voluntad, conscientes que esta voluntad es el verdadero bien y nos guía a la verdadera felicidad.
Benedicto XVI, homilía, 18-XII-2005