Como Jesús

19.07.2013 11:39

La primer súplica que debemos hacer a Dios cada día, es de amarnos los unos a los otros con el mismo amor que Cristo nos ha amado. Y Jesús nos lo dice: no hay amor más grande que el de dar la vida por los que amamos. Dar su vida por su vecino, su vecina, dar su vida, es decir todo; no cinco minutos, ni diez minutos, ni un cuarto de hora, no: su vida, lo más íntimo de ustedes; es eso lo que deben dar.

¡Qué bonito sería si cada uno viviéramos perfectamente esto o al menos tratar de hacerlo, desear vivirlo, desear estar totalmente dados, desear amarnos verdaderamente los unos a los otros. Amar al que está a nuestro lado, que nos ve y que vemos de cerca, amarlo verdaderamente hasta dar la vida por él. Esto, sólo Dios puede hacerlo en nosotros enviándonos al Paráclito para que estemos totalmente dirigidos hacia él, de manera sencilla y profundamente posible. Porque en la tierra no se puede vivir perfectamente la caridad, tratamos de vivirla.

Después hay que aprender de Jesús la gran exigencia del perdón. Jesús nos muestra cuando debemos perdonar, porque nosotros somos perdonados por Jesús. Porque Dios nos perdona, debemos perdonar a los demás de manera incesante: setenta veces siete, es decir indefinidamente. Si no lo hacemos, estro prueba que el perdón que Cristo nos da no fue verdaderamente recibido y no transformó nuestro corazón. Si estamos conscientes de este perdón de Cristo para con nosotros, este perdón debe transformar nuestro corazón; es lo que Jesús desea.

Se trata de perdonar a nuestros hermanos todos los días, todo el tiempo, comprendiendo que el primero en perdonarnos siempre es Jesús, porque es el primero en amarnos, y que el perdón es una consecuencia de este amor; si no hubiera este primer amor de Cristo hacia nosotros, seríamos incapaces de perdonar y debemos comprender entonces que nuestro perdón debe ser semejante al suyo y que tendrá una eficacia divina gracias a Él.

Recordemos la importancia de la oración. Jesús quiere mostrarnos la necesidad de la oración. En la oración podemos pedir a Dios todo lo que nos falta, y se renueva siempre por el deseo de nuestro corazón. Hay que desear mucho para orar mucho, y el que ya no desea, ya no ora.